Ver cafayate a La Quiaca en un mapa más grande
El 9 de Marzo de 2011 armamos el circo y salimos rumbo a Salta capital. Atravesamos la quebrada de las conchas tardando mucho tiempo ya que hay varias cosas en el camino para admirar.
Los Colorados son formaciones de roca blanda, tipo tierra suelta, erosionados principalmente por el viento, dándole extrañas formas y tienen un color rojo intenso. En esta parada conocimos una pareja de Bélgica que había bajado desde Nueva York en un motorhome hermoso, tardando 12 meses.




La Besta mezclándose con la high society.
Más adelante tuvimos que desviarnos porque el río que acompaña todo el trayecto de la ruta se había tragado parte de la cinta asfáltica.

Luego visitamos la Garganta del Diablo, imponente hueco en la piedra a pocos metros de la ruta. Recomendamos mucho hacer este recorrido de la Quebrada de las Conchas ya que lo deja a uno sin palabras por su amplio colorido y hermosura.

Se nos hacía de noche así que decidimos ingresar al dique Cabra Corral, monumental obra de ingeniería que embalsa 127 km2 de superficie. Buscamos un lugarcito en un acantilado con buena vista al espejo de agua y a dormir. A la mañana siguiente fuimos hasta la pared del dique, unos 15kms después del puente abarrotado de pescadores. No es fácil llegar y menos con tanta lluvia que había caído derrumbando varios sectores pero por suerte llegamos bien y justo para un espectáculo que no se daba desde 1987. El embalse Cabra Corral estaba a pocos metros de rebalsar por lo que abrieron las compuertas principales para liberar presión. El resultado es una enorme masa de agua que pega un salto gigante antes de transformarse en río.
Y esa misma tarde seguimos trepando el norte argentino hasta llegar a una de sus capitales, Salta, la linda. Teníamos varias cosas que hacer en la ciudad ya que sería la última gran urbe por la que pasaríamos. Nos alojamos en el camping municipal Xamena ($4,50 por persona + $18 de la camioneta, baños con agua caliente pero sucios y algo inseguro pero es el único camping que hay en la ciudad). La pileta del camping tiene más de 100 mts de largo, es espectacular, lástima que… estaba vacía. Al lado nuestro estaban estacionadas unas personas de Castex, La Pampa, los habíamos conocidos en Cafayate y nos mimaron esos días en el camping de Salta, excelentes personas, MUCHAS GRACIAS a los tres por los buenos momentos pasados.
Los primeros dos días en Salta no fuimos al centro ya que visitamos un taller de Vigia para que reconecten el corte de motor, que en Chile habían conectado mal. También, por fin, instalamos los burletes de las ventanas laterales, ya no tenemos que poner la lona sobre la Besta cada vez que llueve para que no entre agua (o eso pensábamos…). Recién el 12 de marzo pudimos turistear por la capital salteña. Dos hermosas peatonales desembocan en la plaza 9 de julio en donde se encuentran los edificios históricos, muy conservados. Nos llamó mucho la atención la marcada influencia católica, la tarde/noche del domingo las campanadas que llaman a misa sonaron más de 20 minutos sin parar y cuando toda la gente entró las luces de todo el centro bajaron la intensidad hasta que finalizó la ceremonia y nuevamente se iluminó la ciudad.

El 14 de marzo decidimos dejar la capital salteña y rumbear para la vecina provincia de Jujuy. De las dos rutas que teníamos para elegir nos decidimos por la que atraviesa la selva salteña. No nos equivocamos ya que nos encantó, el camino tiene un millón y medio de curvas, siempre con cornisa pero en medio de una vegetación imponente, todo el tiempo pensamos que cruzaría Tarzán con Chita arriba colgados de una liana.

Atravesamos el límite entre Salta y Jujuy y nos fuimos a Villa Jardín de Reyes, pequeño poblado que se encuentra antes de las termas homónimas.

Llegamos tarde y no teníamos alojamiento así que preguntamos en una bodega artesanal si había algún problema de dormir en la calle, la señora muy atenta nos mostró un lugar donde podíamos descansar tranquilos. Al día siguiente pasamos a agradecerle y estaba el dueño de la bodeguita y justo le había llegado un cargamento de uva así que nos mostró el proceso productivo, catamos unos vinos y charlamos mucho. Gracias a la gente de bodega Xuxuy.
Esa misma tarde llegamos a Purmamarca con muchas expectativas de ver al majestuoso cerro de siete colores, trepamos un pequeño cerrito que está en frente para poder admirarlo mejor, la verdad es que nos encantó, los siete colores están bien definidos.



Los siete colores del famoso cerro
Atraídos por la belleza del cerro decidimos caminar en su dirección y nos encontramos que detrás hay formaciones rocosas muy particulares también y con colores espectaculares dados por los distintos minerales que contiene la roca.
El pueblo de Purmamarca en sí es pintoresco y muy tranquilo, dormimos estacionados en una callecita cerca de un camping sin ningún problema. Es llamativo el uso de adobe en la totalidad de las construcciones, no sólo las casitas viejas son de este material, sino que los negocios y edificaciones nuevos también.
El 16 de marzo de 2011 dejamos Purmamarca para avanzar hacia el norte rumbo a Humahuaca, previo paso por Tilcara. En éstos el adobe, las callecitas estrechas y el clima seco se mantienen como características en común. Pero esa noche en Humahuaca fue la excepción, un diluvio azotó la población, nosotros estacionados en la plaza principal quedamos bastante mojados ya que los burletes que colocaron en Salta Capital estaban mal puestos. De todas maneras pudimos conocer el monumento a los héroes de la Independencia que es realmente imperdible.


Y por fin el día 17 llegamos a La Quiaca, ciudad limítrofe con el país hermano Bolivia. Dormimos en un pueblito muy chiquito a 15 kms llamado Yavi en el único camping que encontramos. Ahí comimos el último asado de despedida de Argentina, pero como la carne de vacuna estaba muy cara decidimos probar el sabor de la llama, la cual, si bien no es tan sabrosa como la vaca nos gustó mucho.
A la mañana siguiente nos presentamos en la frontera La Quiaca – Villazón siendo las 11 de la mañana. Era curioso observar que por una especie de puente con rejas a los costados transitaba gran cantidad de gente en ambas direcciones llevando mercadería. Cientos de hombres, mujeres y niños trasladaban pesados bultos (bolsas de cemento, cajas de fruta, etc) de un lado a otro sin ningún tipo de control de nadie, así que pensamos que el cruce iba a ser muy sencillo y rápido… pero nos equivocamos, recién pudimos cruzar a las cuatro de la tarde ya que en el sistema de la Aduana Argentina aparecía la Besta como un Citroen 3 CV y como no había Internet no podían verificar en el Registro del Automotor que la patente correspondía a nuestra camioneta. Ya muy cansados logramos que nos dejen pasar, el trámite del lado argentino fue gratis, en cambio del lado boliviano después de hacer los papeles y que nadie revise nada tuvimos que pagarle 20 pesos argentinos al que autorizaba el ingreso del vehículo. Cuando le preguntamos en concepto de qué titubeó y después nos dijo que era por “tránsito en país vecino”, frase que no nos convenció y ni siquiera nos dio recibo. 500 mts. más adelante ya en Bolivia nos cobraron peaje otra vez, como se dice en estos casos “anda a cantarle a Gardel”.
Hoy estamos muy felices en Bolivia, un país con grandes contrastes el cual invita a recorrer cada rincón, mas noticias desde acá en unos días!!!
