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El 27 de marzo llegamos a Potosí con muchas expectativas de encontrarnos con la maravillosa ciudad boliviana de la que todos hablan, su rica historia y famosa edificación la hacían uno de los destinos que generaban más curiosidad. Después de subir y subir hasta llegar casi a los 4000 mts. de altura se asoma Potosí, las callecitas de adoquines son muy estrechas, tanto que si había un auto estacionado la Besta casi no pasaba. La ciudad está al pie del Cerro Rico de donde se extrajo la mayor cantidad de plata y demás metales de la historia de América. Dicen los lugareños que con todo el dinero que ganó la corona española en esos tiempos se podría haber tendido un puente desde Potosí a España.
Es evidente que la arquitectura de la ciudad fue bella, pero está muy venida abajo por la falta de mantenimiento, sólo algún que otro edificio está en reparación. Tema aparte es la macabra historia del Cerro Rico, hoy en día dicho cerro es un conjunto de túneles precarios donde todavía se extrae algo de minerales pero a ínfima escala de cómo se hacía en la época de oro de la minería. El dato que más nos llamó la atención es que en tres siglos de explotación minera murieron por las pésimas condiciones laborales más de 8 millones de personas en esta montaña. Como la historia la escriben los que ganan algunos datos a veces se omiten.

Después de cuatro días en la ciudad quisimos salir para Oruro pero adivinen que???? Sisisi acertaron! …. La camioneta no arrancó OTRA VEZ. Problema de batería. El dato curioso es que ningún taller electricista en Potosí va a domicilio a cargar baterías así que tuvimos que sacarla como pudimos y llevarla en taxi a cargar.
Solucionado el inconveniente seguimos rumbo a Challapata donde hicimos noche en una estación de servicio en las afueras. Pero a la mañana siguiente la camioneta tampoco arrancó. Probamos haciéndole puente con otra camioneta pero nada, así que fuimos caminando al pueblo a buscar ayuda. Encontramos un taller, vinieron con una batería más grande y la pudieron arrancar. En seguida salimos para Oruro a buscar un taller electricista que de una vez por todas encuentre la falla de la camioneta ya que así no podíamos continuar el viaje, eran demasiadas fallas y todavía no dimos con alguien que le encuentre la vuelta. Una vez en Oruro fuimos a la calle de los talleres y preguntamos en algunos pero nadie mostraba mucho interés en ayudarnos ya que cuando explicábamos el caso se la veían muy difícil para resolverlo. Por fin dimos con unas personas que estaban dispuestas a revisar todo para encontrar la falla. Al otro día fuimos por noticias y llegaron a la conclusión que la batería estaba mala, así que no nos quedó otra que comprar una batería nueva con la consiguiente puñalada al presupuesto viajero que significa semejante gasto.
Resuelto el problema salimos para La Paz un poco mas aliviados pero no hicimos más de un kilómetro cuando la camioneta se paró sola otra vez, en la subida a la autopista y en hora pico (la Besta no se anda con chiquitas para fallar, nunca en una callecita tranquila o aunque sea en una ruta con banquina).
Ya totalmente abatidos moralmente fuimos caminando al taller nuevamente para que nos vengan a ayudar. La bronca era muy grande sobre todo porque la batería nos costó mucho y que la camioneta fallara otra vez ya era ridículo. Cuando llegamos resultó ser que el fusible del arranque se había quemado de tantas pruebas que se habían hecho. Cambiado el fusible nos despedimos de la gente del taller y seguimos viaje… 5 cuadras más y la camioneta se paró otra vez. Por qué no vinimos de mochileros?!. Otra vez volvimos al taller y nos recomendaron ir a otro taller pero mecánico ya que el problema ahora parecía de inyección. Al final se llegó a la conclusión de que alguna basurita había en el gasoil o un filtro estaba semi tapado. Aprovechamos para hacerle el service de los 10.000 kms cambiando filtros y aceite y recién al otro día saldríamos para La Paz.
Gran expectativa a la mañana siguiente, arrancaría o seguiríamos con más problemas? Por suerte la Besta arrancó de una y llegamos sanos y salvos a La Paz, la ciudad más grande de Bolivia.
La Paz se encuentra rodeada de montañas las cuales fueron siendo pobladas cuando el espacio en el pozo se completó. En la parte de El Alto se realiza una feria enorme la cual atravesamos con la camioneta a paso de hombre por la cantidad de gente y el desorden que había. Es una feria en donde se vende prácticamente de todo, inclusive automóviles.

No hicimos mucho en la ciudad ya que nuestro único objetivo era arreglar la cámara de fotos que se nos había mojado así que buscamos un alojamiento bien económico para la camioneta y para nosotros y salimos a buscar el servicio técnico oficial. Ya nos habían dicho que el tránsito en La Paz era caótico y confirmamos los dichos ampliamente, las señas de luces no existen, en cambio se utiliza la bocina, para todo, al llegar a un cruce de esquinas se toca bocina, para doblar se toca bocina, para estacionar también bocina, las calles son un gran concierto de bocinazos.

Pasamos a buscar la cámara ya arreglada y huimos de La Paz sin mucho más que contar.
Próximo destino: la Isla del Sol en el famoso lago Titicaca. Para llegar a la isla se debe arribar primero a la ciudad de Copacabana, cruzando en balsa el estrecho de Tiquina de unos 600 mts. El cruce se hace en unas balsas de madera. Ya habíamos visto en las noticias alguno que otro accidente en este cruce, un colectivo había ido a parar al fondo haciéndonos dudar de la seguridad del sistema. Por suerte salió todo más que bien y fue un viajecito placentero, las balsas parecen precarias pero al lado nuestro estaban cruzando un camión cargado de piedras y pasó sin inconvenientes.

Hicimos noche del otro lado y el 6 de abril llegamos a Copacabana, atractiva ciudad costera famosa por su iglesia de la Virgen de Copacabana.

Nos apuramos para conseguir estacionamiento para la camioneta y así poder cruzar a la Isla del Sol de inmediato. Las lanchas salen para el sur, centro y norte de la isla, nosotros fuimos a la parte norte por que es la más tranquila y menos comercial.
El viajecito lo hicimos en el techo de la embarcación para poder admirar mejor el paisaje, tardamos unas 2 horas para llegar haciendo escala en la parte centro de la isla.

La isla presenta poquitas casas, una playa muy linda y algunos lugares para comer. El pueblito es muy chiquito y parece como que recién se está organizando para recibir turistas. Algunos tiraban la carpa en la playa directamente, nosotros no llevamos así que nos alojamos en “lo de Alfonso”, un conjunto de piecitas muy rústicas con hermosa vista al lago. Nos salió 15 pesos bolivianos a cada uno, recomendable para zafar la noche, nos ubicamos y a descansar.

Al otro día decidimos hacer la travesía desde el norte al sur de la isla, pasando por las ruinas que quedaron del asentamiento inca en estas tierras. Un total de 10 kms. separan un punto del otro así que salimos bien tempranito porque sabíamos que íbamos a tardar mucho. A no olvidarse que estamos a más de 3800 mts. de altura y el oxígeno escasea de una forma increíble. Ni la pelota dobla!!
Después de subir varios metros llegamos a las mencionadas ruinas incas, fue emocionante estar al lado de la mesa donde se realizaban los rituales y sacrificios, todo el entorno toma otro sentido, es como transportarse al pasado.

Luego entramos en un laberinto de ruinas muy interesantes las cuales están al borde de uno de los precipicios.

Todas estas ruinas están en la parte del extremo norte, de ahora en más la travesía continuaría hacia el sur, subimos aún más hasta llegar al punto más alto en donde podíamos ver el espejo de agua para ambos lados, caminando por el filo de la montaña seguimos avanzando sin poder creer la belleza del Titicaca.


Ya muy agotados arribamos a la parte sur; más preparada para el turismo y por consiguiente un poco más cara.

Los botes llenos de turistas llegaban constantemente hasta que nos subimos a uno y nos llevó de vuelta a Copacabana donde nos reencontramos con la Besta, sana y salva.
Esa noche la pasamos en el hostal donde guardamos la camioneta y al otro día fue día de lavado de ropa y vehículo, más de 10 horas limpiando estuvimos, había tarea doméstica pendiente.
Y recién el 9 de abril de 2011 dejamos Bolivia con una sensación de felicidad y de tristeza a la vez. Fue sumamente positivo el balance en el vecino país, el potencial turístico es increíble y la gente que encontramos muy trabajadora y honrada, ojalá sean los puntales de un futuro mejor para los hermanos bolivianos. El único punto negativo fue el tema del caos de tránsito en todo el país, es demasiado desordenado en todo sentido, pero para nada opaca lo mucho que se disfrutó por esas tierras.
En la frontera Kazani – Yunguyo (Bolivia - Perú) se dio una particular situación. La oficina de Control de Tránsito boliviana, los de la Aduana peruana, los de la oficina de Tránsito peruana y la policía peruana nos pidieron una “colaboración voluntaria”. Cuatro “colaboraciones” para realizar un trámite que es totalmente gratuito. Nos negamos a “colaborar” las cuatro veces y pasamos sin problemas.
Perú nos espera y nosotros esperamos de Perú muchísimo, la expectativa es enorme sobre todo del mítico Machu Pichu, pero esa es otra historia que ya veremos como se desarrolla, paso a paso seguimos avanzando.